Olofi es tan poderoso que hacer el mundo le pareció algo fácil; pero una cosa es hacer algo y otra que funcione.
Cuando distribuyó los cargos entre sus hijos, se encontró con que los hombres siempre estaban peleando y tuvo que hacer de Ayágguna el orisha de las pendencias. Pero Olofi es la paz, porque es completo, y no podía comprender por qué Ayágguna siempre estaba atizando las peleas. Así que un día dijo:
“¡ Por favor, hijo mío!”
Pero Ayágguna le respondió:
“Si no hay discordia no hay progreso, porque haciendo que quieran dos, quieren cuatro y triunfa el que sea más capaz, y el mundo avanza”.“Bien -dijo Olofi- si es así, durará el mundo hasta el día en que le des la espalda a la guerra y te tumbes a descansar”.
Ese día no ha llegado todavía y Olofi comprendió que su creación dejaba mucho que desear. Se desilusionó y, desde entonces, ya no interviene directamente en las cosas del mundo.
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